...Y cuando cabeza/corazón no se ponen de acuerdo.
Tardas años en construir tu futuro, de hecho, nunca dejas de hacerlo. Finalmente, consigues una relativa estabilidad, una relación que te hace sentir entera, encuentras tu media naranja, decides ser madre. Planes, muchas ideas invaden tu cabeza, tu vida. Un castillo de arena alzado con mucho esfuerzo se va a la mierda en cuestión de segundos.
Empiezas a plantearte cosas, cosas a las que nunca antes habías dado importancia, o quizá sí, pero nunca antes habías parado a pensar el motivo de dicha subordinación.
La importancia de la familia, la no (suficiente) importancia de la pareja, compromiso, libertad, decisión (que no decisiones), tolerancia, pasotismo, individualismo, ¿cosa de dos? y así podría seguir sucesiva y eternamente.
Finalmente, lo mandas todo al carajo. Te autoconvences de que es lo MEJOR. Seis meses después, empiezas a plantearte que quizá no lo era.
¿Equivocada? Puede ser.
Se reaviva la llama, sentimientos olvidados vuelven a aflorar. Te (re)planteas tu vida, con y sin ese cimiento que antes tenías.
No sabes qué hacer, porque ya no sabes NADA.
No se me da demasiado bien expresar sentimientos, ni hablar de mí misma. He intentado reflejar brevemente lo que pasa por mi cabeza últimamente, lo que ha pasado por mi mente a lo largo de estos últimos ocho meses.
Nadie dijo que la vida fuera fácil ¿no? decidir, a veces, supone un riesgo lo suficientemente importante, con capacidad para dejarte huella de forma eterna.
Simplemente, un toque de personalidad para el blog.
viernes, 4 de febrero de 2011
→ Sobre la contrariedad de sentimientos
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